Atis, hijo de Nana, una de las ninfas del río, fue criado por una cabra. Era un joven pastor al que amaba profundamente Cibeles, la diosa madre frigia. Cuando Atis quiso casarse con una de las hijas del rey Midas, Cibeles se puso muy celosa y llevó al joven a un trance hasta alcanzar un éxtasis que le permitiese arrebatarle su hombría. Según una versión del mito, no pudo sobrevivir a esta tropelía y la inconsolable Cibeles le convirtió en un pino. La diosa introdujo un ritual anual de llanto por él y declaró que, en su memoria, todos sus sacerdotes deberían ser eunucos. Otra lectura del mito asegura que fue el padre de Cibeles el que mató a Atis y que después ella le resucitó. Sus restos eran adorados cerca de Pessinus, en Frigia.
Aún hay otra versión de la historia narrada por Catulo, poeta romano que aseguraba que Atis sobrevivió a la castración que él mismo se había provocado y se convirtió en sacerdote de Cibeles. Atis tuvo remordimientos de conciencia al haberse convertido casi en una mujer y ser un esclavo de Cibeles en los bosques de Frigia. «Nunca más dormido, nunca más en un estado de turbia locura, Atis se centró en las cosas que le habían sucedido y, más calmado y clarividente, descubrió dónde estaba y lo que le faltaba; horrorizado, huyó hacia donde sopla el viento del océano y allí permaneció llorando…» (Catulo, Colección de versos). Después de la confesión de Atis, Cibeles envió a un león para que le trajese de vuelta al bosque.
El mito y adoración de Atis tiene mucho en común con la historia y culto de Adonis.
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